Dentro de la empresa hay diferentes problemas que pueden ser difíciles de detectar. Uno de ellos es la renuncia silenciosa. Algo que puede comprometer la producción, por la falta de motivación, y el futuro de la compañía, por problemas para retener talento.
¿Qué es la renuncia silenciosa?
La renuncia silenciosa, o dimisión silenciosa, es una situación por la que el empleado, sin mostrar explícitamente su deseo de abandonar su empleo, da señales de descontento e insatisfacción en el trabajo. Es decir, el empleado no emite ninguna carta de renuncia formal, pero sus comportamientos y actitudes denotan sus intenciones de dejar la empresa.
¿Cómo detectarla?
En una renuncia silenciosa, el empleado, no está expresando sus preocupaciones abiertamente, por lo que se puede descubrir por cambios en el comportamiento y las actitudes. Podemos destacar:
– Apatía: el empleado denotará indiferencia y menor compromiso hacia lo que concierne a la empresa. Consecuentemente, también se podrá apreciar una falta de iniciativa.
– Descenso de la productividad: no existirá motivación y, por lo tanto, el rendimiento será menor. Esto podrá afectar de manera muy directa a los resultados del departamento y/o empresa.
– Desconexión social: el descontento de un trabajador también puede reflejarse en una mejor relación con los compañeros, así como en un carácter menos amigable.
– Ausencias frecuentes: el empleado puede comenzar a faltar al puesto de empleo sin tener una justificación realmente clara. Hablaríamos también retrasos al inicio de las jornadas o de descansos demasiado largos durante ellas. Es decir, podríamos estar ante un absentismo laboral.
– Búsqueda de oportunidades externas: puede verse como el trabajador comienza a mejorar su marca personal. Algo que se puede apreciar claramente en canales digitales como Linkedin. Y, aunque sea menos detectable, estará en una búsqueda activa de empleo, postulándose y formando parte de procesos de selección de personal.
Causas de la dimisión silenciosa
La renuncia silenciosa en el mundo laboral puede deberse a diferentes motivos. Vamos a ver algunos de los más comunes.
– Falta de reconocimiento: el empleado necesita sentirse valorado, ya sea económicamente o mediante otro tipo de recompensas.
– Problemas de comunicación: los malentendidos o la falta de información que puedan perjudicar los flujos de trabajo del empleado, favorecerán su malestar. Así como la ausencia de otros datos de interés general de la empresa
– Carga de trabajo excesiva: el trabajador se sentirá fatigado y agobiado si las tareas asignadas son demasiadas. También si aquellas no son las pactadas inicialmente y para las que está cualificado.
– Falta de desarrollo profesional: habrá trabajadores que se encuentren cómodos con su situación, pero muchos también buscarán un crecimiento que les permita la adquisición de conocimientos y responsabilidades.
– Ambiente laboral tóxico: si existen conflictos personales, faltas de apoyo, de respeto, y/o un liderazgo deficiente, no será agradable acudir al trabajo.
– Políticas y prácticas injustas: conviene que la empresa trabaje con una filosofía y unos valores correctos. Y, por supuesto, siempre bajo el marco legal. Así, por ejemplo se debe promover el respeto, realizar un honesto registro horario de la jornada, etc.
Cómo evitar la renuncia silenciosa
Para ello es fundamental tratar los puntos comentados anteriormente. Por un lado, no cometer esa serie de prácticas que pueden convertirse en causas de la renuncia silenciosa. Y, por otro, también es fundamental saber detectar los casos. De esta forma, es necesario siempre prestar atención a los empleados y a sus comportamientos y actitudes.
Tras ello, si se detecta una renuncia silenciosa, se deben abordar esas preocupaciones del empleado. Si no se dan estos cuidados comentados en este artículo, existiría un riesgo elevado de pérdida de talento en las empresas.