Los empleados tienen derecho a diferentes periodos y días de descanso. Generalmente, es en verano donde se suelen acumular espacios más grandes de inactividad, y esto puede provocar una depresión postvacacional en el trabajador. Y, al repetirse periódicamente conviene saber cómo ser tratado.

La depresión postvacacional

Hablamos de depresión postvacacional del trabajador a ese conjunto de emociones y síntomas negativos que se producen en la vuelta al trabajo tras un periodo de vacaciones. Se produce un efecto choque entre el disfrute del ocio y la ausencia de obligaciones, y la vuelta a la rutina laboral, con sus deberes y responsabilidades.

Este síndrome postvacacional puede expresarse mediante la irascibilidad, tristeza, ansiedad, angustia o falta de energía. Todo ello tiene unas grandes consecuencias en el bienestar del empleado y, aunque en este caso sea secundario, también puede afectar de forma importante en la productividad.

Consejos para gestionar la depresión postvacacional de los trabajadores

La depresión postvacacional es difícil de combatirla por ese fuerte contraste que acabamos de comentar. No obstante, sí que existen ciertas prácticas que colaborarán en una vuelta al trabajo algo más apacible.

– Empatía: es el primer aspecto que hay que valorar, tanto por los compañeros como por personal superior. Una comprensión lógica, sin necesidad de eludir los procesos empresariales, ayudará a realizar el resto de ejercicios para gestionar el síndrome postvacacional.

– Flexibilidad en los turnos: es posible ofrecer teletrabajo o cierta libertad de elección de horarios para que el empleado no sufra un cambio tan brusco en la rutina diaria.

– Vuelta gradual: es necesario un tiempo de adaptación, por lo que conviene no exigir desde el primer momento el nivel de productividad habitual en rutina. Hablaríamos tanto de la carga de trabajo como de la complejidad de las tareas.

– Establecer pequeñas metas: siguiendo con la tónica, asignar tareas alcanzables a corto plazo puede facilitar el recuperar la rutina y la confianza de los trabajadores.

– Recomendar hábitos saludables: el estado de ánimo de las personas, en muchas ocasiones, es una consecuencia de asuntos puramente fisiológicos. Por ello, para mejorarlo, es recomendable aconsejar y facilitar buenas prácticas referentes al descanso y la alimentación.

– Apoyo profesional: como siempre, contar con expertos en salud mental es un acierto. Ya sea una ayuda ofrecida por profesionales de la propia empresa o buscados externamente.

Todos son aspectos que pueden ser tratados por el departamento de recursos humanos. Como cualquier otro asunto en el que los trabajadores sean protagonistas. Y, otorgar relevancia al bienestar, ayudará a convertir la empresa en un buen lugar de convivencia para los trabajadores.