Un impostor es una persona que trata de sacar beneficio fingiendo una personalidad o unas cualidades que no tiene. Paradójicamente, el significado del síndrome del impostor es completamente distinto, y un concepto muy peligroso. La persona no es una impostora, sino que teme que le vean como ello. Conviene analizarlo y ver cómo es posible tratarlo en la empresa.
¿Qué es el síndrome del impostor?
El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico que no permite a las personas ser conscientes de los propios méritos de sus éxitos. Y, por el contrario, esos motivos los atribuye a la suerte, la coincidencia, o a un sobreesfuerzo, pero no al talento y a las habilidades que maneja.
Podríamos decir que es un exceso de modestia, moderación y sencillez que no permite al empleado tener confianza y desarrollarse profesionalmente.
Ejemplos
El síndrome del impostor podría hacerse presente en cada tarea y día, y frenar más que posibles progresos. Algunas de sus formas de manifestarse serían situaciones como:
– Temor a nuevas responsabilidades: la confianza es clave para asumir retos y oportunidades. Si no existe, será difícil progresar, aunque los encargados de asignarle esas tareas y su alrededor estén convencidos de sus habilidades para desarrollarlas satisfactoriamente.
– Ascensos: cuando un empleado sube de nivel, puede considerar que no es merecido, y que sus compañeros le van a señalar por un hecho injusto y que no va a ir acompañado de las capacidades que se precisan.
– Éxito empresarial: también podría darse entre empresarios que creen que sus grandes resultados se deben a la suerte y otros factores externos a él. Y esto podría frenar el crecimiento del negocio.
– Relaciones personales: y además sería posible en el ámbito social, cuando alguien puede sentir que no es lo suficientemente interesante para sus compañeros, familiares o amigos, y teme ser abandonado por ellos.
¿Cómo superar el síndrome del impostor?
Este problema debe ser tratado por las empresas, ya que podría desembocar en una situación en las que el empleado directamente renunciara a su puesto de trabajo. Una pérdida de talento nada interesante. Algunas técnicas para evitarlo serían las siguientes.
Promover entornos seguros
Los empleados deben sentirse seguros de poder comunicar todas sus dudas y preocupaciones, sin miedo a sentirse juzgados. Es un paso inicial muy importante para que el entorno sea consciente del problema y poder solucionarlo.
Crear ambientes de apoyo común
El entorno debe saber apoyar a las personas que sufren el síndrome del impostor. Y tener facilitad para recocerle sus méritos, no dudar en felicitar cada buena acción y, en definitiva, demostrarle cuáles son los méritos concretos por los cuales es una gran profesional.
Dotar de recursos de salud mental
Puede que sea necesario recurrir a profesionales. Una figura, la del psicólogo, que podría ser habitual en las empresas para tratar cualquier problema mental, mejorar la salud de los empleados y, consecuentemente, el rendimiento empresarial.
El síndrome del impostor y el exceso de horas en el registro
Este estado mental de los trabajadores puede llevarles a, innecesariamente, realizar más horas de las estipuladas por contrato. Y esto hará una acumulación de horas extras en el registro horario de la empresa. Por una demostración de esfuerzos y méritos de manera desmedida, será necesario abonarle un número mayor de horas.
En definitiva, estaríamos ante un clima que no es beneficioso para nadie y que, de una forma u otra, conviene estar muy atentos para prevenirlo y tratarlo en caso de ser necesario.